Sobra justificar con cifras, por ser de todos conocidas, el peso relevante de nuestra industria turística en la economía canaria y el bienestar que produce a nuestros conciudadanos. El alto nivel de empleo que genera, su destacado contribución al PIB regional, la ingente economía indirecta que se mueve alrededor de nuestra actividad principal.
Ya comprobamos durante la pandemia la consecuencias de una parálisis por turismo cero: paro en cifras astronómicas ligado a una escasa actividad, una auténtica depresión economica temporal. Canarias subsiste del turismo. Tras, esta durísima y despiadada crisis mundial, debemos estar todos mas que satisfechos de la robusta y rápida remontada económica catapultada principalmente por el fuerte despegue del turismo, dejando atrás uno de los episodios más tristes de toda la historia de la humanidad.
Parece increíble que todavía en los prolegómenos de esa superación, envidiable para muchos países que continúan arrastrando el lastre de la crisis pandémica, aparezcan algunos iluminados en nuestra agraciada Tierra cuestionando de nuevo nuestro modelo turístico de éxito que tanta riqueza y bienestar nos sigue reportando. Un modelo competitivo y que nos sitúa como uno de los destinos turísticos maduros más importantes del planeta.
Digo de nuevo y ahora, porque no es que el modelo turístico pueda o no cuestionarse, sino que lo que debemos entender es que la industria turística, para seguir siendo competitiva, debe estar en un proceso continuo de transformación y revisión. Revisión y actualización de un modelo, que en nuestro caso, ya comenzó con las rehabilitaciones de las infraestructuras públicas y privadas emprendidas incluso antes de la pandemia. Esto significa que en las circunstancias actuales y después de la crisis vivida, no es el momento idóneo para cuestionar nuestro modelo mediante estas campañas, muy burdas en las formas y que lo único que consiguen es desprestigiar nuestra imagen y claramente perjudican un modelo turístico de éxito conseguido con el trabajo y esfuerzo de muchos canarios.
¿Por qué, en vez, no nos congratulamos, valorando el esfuerzo de mejora realizado durante todo estos últimos años?. ¿Cómo justifican empíricamente los manifestantes el quejarse por un supuesto exagerado y pernicioso crecimiento de una oferta y demanda turística todavía inexistente? ¿A qué viene todo este revuelo y ganas de perjudicar a nuestro sector turístico, cuando ni si quiera Gran Canaria a día de hoy ha alcanzado las cifras de visitantes del 2019 prepandémico? No impongamos demagógicamente límites de demanda injustificados a un sector turístico cuyo crecimiento estratégico sostenible se encuentra ya bien planificado por nuestras herramientas de ordenación territorial. ¿O es que desconocemos que nuestros Planes Turísticos Insulares ya definen el tipo de modelo y lugar hacia dónde dirigir el crecimiento?
Por contra, en términos reales de oferta y sin someterse a esta prudente ordenación sostenible, la introducción del nuevo tipo de hospedaje residencial ha contribuido a un ostensible crecimiento de nuestra oferta turística. ¿Cuánto hemos crecido en términos de oferta disponible real neta? Son datos que habría que recabar con la pérdida de camas extrahoteleras en el sector turístico. No olvidemos que la vivienda vacacional ha sido el producto de hospedaje turístico estrella que más ha contribuido al crecimiento de dicha oferta.
Otra cuestión sería la armonización y regulación de los tipos de hospedaje turístico aprobados, entre ellos la cuestionada vivienda vacacional, que sin duda requiere de una especial atención para que de igual forma que los otros, se atenga a unos criterios de ordenación urbanística y calidad de sus instalaciones. Pero es obvio que esto no se defiende manifestándose de estas formas.
Otra de las demandas que secundan esta manifestación el día 20 de abril es proponer que se distribuya mejor la riqueza del turismo en Canarias. Entiendo por esto que se reparta la plusvalía que produce la actividad turística entre la mayor cantidad de personas posible. Seamos francos en concluir que ha sido precisamente la vivienda vacacional la única forma de hospedaje turístico sometida a un excesivo crecimiento, el 30% de las camas turísticas en apenas unos años. Una modalidad de turismo surgida de la digitalización y las nuevas formas de comercialización directa más estrecha entre el consumidor y la oferta. Una oferta que nace del residencial en las zonas urbanas y termina extendiéndose a las turísticas por consentimiento de los tribunales.
Pues bien, no es justo aprovechar esta coyuntura para despotricar contra la vivienda vacacional como la razón de todos los males: la falta de viviendas sociales, el encarecimiento de los alquileres, el crecimiento desorbitado del turismo, la necesidad de un cambio de modelo.
El crecimiento desorbitado de la vivienda vacacional en Canarias ha sido, entre otras causas, producto del exceso de la burocracia impuesta para la aprobación y tramitación de los expedientes turísticos actuando como válvula de escape para el crecimiento de camas extra hoteleras paralizadas por moratorias turísticas injustificadas que también han perjudicado al erario público con cuantiosas indemnizaciones sin que nadie se haga responsable. Entendamos que la vivienda vacacional ha sido el auténtico revulsivo para distribuir la riqueza turística participando directamente los pequeños propietarios de viviendas en la plusvalía turística. ¡Basta de cinismo! Esta forma de hospedaje turístico se puede considerar desde la aportación en inversión y reparto de la riqueza turística ejercida desde las comunidades de propietarios en los años setenta, como la iniciativa más democratizadora para repartir la plusvalía turística, es decir justo lo que preconizan los que ahora se manifiestan contra ella. ¡Vaya contradicción!
Hoy desde hace apenas unos años, miles de canarios y canarias vuelven a financiar parte de sus gastos gracias a su participación a través de la vivienda vacacional. Todo ello sin consumir nuevos suelos ejecutando nuevas urbanizaciones, nuevas construcciones, cero repercusión paisajística.
En definitiva, no puede haber un crecimiento más sostenible y democrático que el aportado por la vivienda vacacional. No quiero aquí extenderme ya que este tema merece su propio artículo 'ad hoc' para evaluar y opinar sobre el anteproyecto de ley en ciernes. Pienso sinceramente que con una buena planificación legislativa global se puede perfectamente ordenar el sector, tomando medidas más cautas y prudentes que contribuyan a un crecimiento sostenible del mismo y no a la completa paralización o incluso desaparición de una de las modalidades de alojamiento más exitosas que tanto beneficio ha reportado.
No caigamos en el error de recurrir a estas movilizaciones para reivindicar que se ajusten ciertos desequilibrios que, aún reconocibles, no se solucionan de esta forma tan perjudicial. Se alega no ir contra el turismo, pero no se dan cuenta del daño en imagen que hacen a nuestro sector sin quererlo, a bloquear inversiones en ciernes para la recualificación de la oferta turística y diversificación de nuestro producto, a mermar la confianza y las ganas de viajar de los visitantes de nuestro destino.
Los actos de unos pocos se aumentan y convierten en primicias sensacionalistas en prensas extranjeras de países emisores, interpretadas como auténticos actos de turismofobia, grandes movilizaciones de rechazo a los visitantes, precisamente a los que nos dan de comer, a la actividad que genera la mayor contribución de impuestos y que garantiza nuestro bienestar.
Agradecemos el apoyo incondicional al turismo por parte de los medios de comunicación responsables canarios que siempre lo han plasmado de forma palmaria e inequívoca en sus editoriales. Afortunadamente, estas manifestaciones no están avaladas por la mayoría de los que sí reconocemos que el turismo es nuestra mayor fuente de progreso y bienestar, al que debemos cuidar y proteger. Por todos aquellos profesionales y trabajadores que se esfuerzan por la excelencia. Opinar sobre turismo requiere un conocimiento profundo del sector, sobre una industria en continua transformación, sobre las nuevas tendencias de las demandas y campañas sugerentes bien orientadas, captar nuevos nichos de mercado para diversificar nuestra demanda y revalorizar nuestra condiciones naturales.
No hay que caer en la trampa de apoyar manifestaciones simplonas que, sin argumentos sólidos, obvian la gran labor realizada por verdaderos profesionales públicos y privados. Apostemos por nuestra ordenación territorial cuidadosamente planificada por nuestros técnicos insulares, por consensos sabiamente analizados en foros de debate entre investigadores académicos y expertos del sector. Por acuerdos de convenios justamente negociados entre los agentes económicos vinculados al turismo con representantes sindicales y trabajadores.
Yo sí creo en esa Canarias que despierta al alba a trabajar por el turismo, que se molesta diariamente para contribuir al bienestar de su familia y de la sociedad. A mejorar su formación y continuar la ardua labor de progresar en el conocimiento y experiencia del oficio de cada uno, preocupados por la excelencia, por mejorar nuestra imagen y dar el mejor servicio.
Por la riqueza y progreso que aporta el turismo a toda la sociedad canaria, por todos aquellos que contribuyen a un desarrollo turístico sostenible mereciendo ser reconocidos, elogiados por todas las instituciones públicas y privadas de la sociedad civil, entre los cuales y con el orgullo de siempre se encuentra este Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria.
Fernando del Castillo y Benítez de Lugo
Presidente del CIT Gran Canaria
Artículo de opinión de Don Fernando del Castillo y Benítez de Lugo, Presidente del CIT, publicado en el Canarias 7 (19 de abril de 2024). Puede acceder a él a través del siguiente enlace:
Sobra justificar con cifras, por ser de todos conocidas, el peso relevante de nuestra industria turística en la economía canaria y el bienestar que produce a nuestros conciudadanos. El alto nivel de empleo que genera, su destacado contribución al PIB regional, la ingente economía indirecta que se mueve alrededor de nuestra actividad principal.
Ya comprobamos durante la pandemia la consecuencias de una parálisis por turismo cero: paro en cifras astronómicas ligado a una escasa actividad, una auténtica depresión economica temporal. Canarias subsiste del turismo. Tras, esta durísima y despiadada crisis mundial, debemos estar todos mas que satisfechos de la robusta y rápida remontada económica catapultada principalmente por el fuerte despegue del turismo, dejando atrás uno de los episodios más tristes de toda la historia de la humanidad.
Parece increíble que todavía en los prolegómenos de esa superación, envidiable para muchos países que continúan arrastrando el lastre de la crisis pandémica, aparezcan algunos iluminados en nuestra agraciada Tierra cuestionando de nuevo nuestro modelo turístico de éxito que tanta riqueza y bienestar nos sigue reportando. Un modelo competitivo y que nos sitúa como uno de los destinos turísticos maduros más importantes del planeta.
Digo de nuevo y ahora, porque no es que el modelo turístico pueda o no cuestionarse, sino que lo que debemos entender es que la industria turística, para seguir siendo competitiva, debe estar en un proceso continuo de transformación y revisión. Revisión y actualización de un modelo, que en nuestro caso, ya comenzó con las rehabilitaciones de las infraestructuras públicas y privadas emprendidas incluso antes de la pandemia. Esto significa que en las circunstancias actuales y después de la crisis vivida, no es el momento idóneo para cuestionar nuestro modelo mediante estas campañas, muy burdas en las formas y que lo único que consiguen es desprestigiar nuestra imagen y claramente perjudican un modelo turístico de éxito conseguido con el trabajo y esfuerzo de muchos canarios.
¿Por qué, en vez, no nos congratulamos, valorando el esfuerzo de mejora realizado durante todo estos últimos años?. ¿Cómo justifican empíricamente los manifestantes el quejarse por un supuesto exagerado y pernicioso crecimiento de una oferta y demanda turística todavía inexistente? ¿A qué viene todo este revuelo y ganas de perjudicar a nuestro sector turístico, cuando ni si quiera Gran Canaria a día de hoy ha alcanzado las cifras de visitantes del 2019 prepandémico? No impongamos demagógicamente límites de demanda injustificados a un sector turístico cuyo crecimiento estratégico sostenible se encuentra ya bien planificado por nuestras herramientas de ordenación territorial. ¿O es que desconocemos que nuestros Planes Turísticos Insulares ya definen el tipo de modelo y lugar hacia dónde dirigir el crecimiento?
Por contra, en términos reales de oferta y sin someterse a esta prudente ordenación sostenible, la introducción del nuevo tipo de hospedaje residencial ha contribuido a un ostensible crecimiento de nuestra oferta turística. ¿Cuánto hemos crecido en términos de oferta disponible real neta? Son datos que habría que recabar con la pérdida de camas extrahoteleras en el sector turístico. No olvidemos que la vivienda vacacional ha sido el producto de hospedaje turístico estrella que más ha contribuido al crecimiento de dicha oferta.
Otra cuestión sería la armonización y regulación de los tipos de hospedaje turístico aprobados, entre ellos la cuestionada vivienda vacacional, que sin duda requiere de una especial atención para que de igual forma que los otros, se atenga a unos criterios de ordenación urbanística y calidad de sus instalaciones. Pero es obvio que esto no se defiende manifestándose de estas formas.
Otra de las demandas que secundan esta manifestación el día 20 de abril es proponer que se distribuya mejor la riqueza del turismo en Canarias. Entiendo por esto que se reparta la plusvalía que produce la actividad turística entre la mayor cantidad de personas posible. Seamos francos en concluir que ha sido precisamente la vivienda vacacional la única forma de hospedaje turístico sometida a un excesivo crecimiento, el 30% de las camas turísticas en apenas unos años. Una modalidad de turismo surgida de la digitalización y las nuevas formas de comercialización directa más estrecha entre el consumidor y la oferta. Una oferta que nace del residencial en las zonas urbanas y termina extendiéndose a las turísticas por consentimiento de los tribunales.
Pues bien, no es justo aprovechar esta coyuntura para despotricar contra la vivienda vacacional como la razón de todos los males: la falta de viviendas sociales, el encarecimiento de los alquileres, el crecimiento desorbitado del turismo, la necesidad de un cambio de modelo.
El crecimiento desorbitado de la vivienda vacacional en Canarias ha sido, entre otras causas, producto del exceso de la burocracia impuesta para la aprobación y tramitación de los expedientes turísticos actuando como válvula de escape para el crecimiento de camas extra hoteleras paralizadas por moratorias turísticas injustificadas que también han perjudicado al erario público con cuantiosas indemnizaciones sin que nadie se haga responsable. Entendamos que la vivienda vacacional ha sido el auténtico revulsivo para distribuir la riqueza turística participando directamente los pequeños propietarios de viviendas en la plusvalía turística. ¡Basta de cinismo! Esta forma de hospedaje turístico se puede considerar desde la aportación en inversión y reparto de la riqueza turística ejercida desde las comunidades de propietarios en los años setenta, como la iniciativa más democratizadora para repartir la plusvalía turística, es decir justo lo que preconizan los que ahora se manifiestan contra ella. ¡Vaya contradicción!
Hoy desde hace apenas unos años, miles de canarios y canarias vuelven a financiar parte de sus gastos gracias a su participación a través de la vivienda vacacional. Todo ello sin consumir nuevos suelos ejecutando nuevas urbanizaciones, nuevas construcciones, cero repercusión paisajística.
En definitiva, no puede haber un crecimiento más sostenible y democrático que el aportado por la vivienda vacacional. No quiero aquí extenderme ya que este tema merece su propio artículo 'ad hoc' para evaluar y opinar sobre el anteproyecto de ley en ciernes. Pienso sinceramente que con una buena planificación legislativa global se puede perfectamente ordenar el sector, tomando medidas más cautas y prudentes que contribuyan a un crecimiento sostenible del mismo y no a la completa paralización o incluso desaparición de una de las modalidades de alojamiento más exitosas que tanto beneficio ha reportado.
No caigamos en el error de recurrir a estas movilizaciones para reivindicar que se ajusten ciertos desequilibrios que, aún reconocibles, no se solucionan de esta forma tan perjudicial. Se alega no ir contra el turismo, pero no se dan cuenta del daño en imagen que hacen a nuestro sector sin quererlo, a bloquear inversiones en ciernes para la recualificación de la oferta turística y diversificación de nuestro producto, a mermar la confianza y las ganas de viajar de los visitantes de nuestro destino.
Los actos de unos pocos se aumentan y convierten en primicias sensacionalistas en prensas extranjeras de países emisores, interpretadas como auténticos actos de turismofobia, grandes movilizaciones de rechazo a los visitantes, precisamente a los que nos dan de comer, a la actividad que genera la mayor contribución de impuestos y que garantiza nuestro bienestar.
Agradecemos el apoyo incondicional al turismo por parte de los medios de comunicación responsables canarios que siempre lo han plasmado de forma palmaria e inequívoca en sus editoriales. Afortunadamente, estas manifestaciones no están avaladas por la mayoría de los que sí reconocemos que el turismo es nuestra mayor fuente de progreso y bienestar, al que debemos cuidar y proteger. Por todos aquellos profesionales y trabajadores que se esfuerzan por la excelencia. Opinar sobre turismo requiere un conocimiento profundo del sector, sobre una industria en continua transformación, sobre las nuevas tendencias de las demandas y campañas sugerentes bien orientadas, captar nuevos nichos de mercado para diversificar nuestra demanda y revalorizar nuestra condiciones naturales.
No hay que caer en la trampa de apoyar manifestaciones simplonas que, sin argumentos sólidos, obvian la gran labor realizada por verdaderos profesionales públicos y privados. Apostemos por nuestra ordenación territorial cuidadosamente planificada por nuestros técnicos insulares, por consensos sabiamente analizados en foros de debate entre investigadores académicos y expertos del sector. Por acuerdos de convenios justamente negociados entre los agentes económicos vinculados al turismo con representantes sindicales y trabajadores.
Yo sí creo en esa Canarias que despierta al alba a trabajar por el turismo, que se molesta diariamente para contribuir al bienestar de su familia y de la sociedad. A mejorar su formación y continuar la ardua labor de progresar en el conocimiento y experiencia del oficio de cada uno, preocupados por la excelencia, por mejorar nuestra imagen y dar el mejor servicio.
Por la riqueza y progreso que aporta el turismo a toda la sociedad canaria, por todos aquellos que contribuyen a un desarrollo turístico sostenible mereciendo ser reconocidos, elogiados por todas las instituciones públicas y privadas de la sociedad civil, entre los cuales y con el orgullo de siempre se encuentra este Centro de Iniciativas y Turismo de Gran Canaria.
Fernando del Castillo y Benítez de Lugo
Presidente del CIT Gran Canaria
Artículo de opinión de Don Fernando del Castillo y Benítez de Lugo, Presidente del CIT, publicado en el Canarias 7 (19 de abril de 2024). Puede acceder a él a través del siguiente enlace: